Como todos los Eneros, hemos abierto el año nuevo con la subida del salario mínimo. Esta vez será de un 1%, cantidad a todas luces “irrisoria e indignante“, según los expertos de cualquier partido político IU.
La justificación del salario mínimo es vieja, muy vieja. Corría el siglo XIX cuando un economista del que hablé ya un poquito, de apellido Ricardo (sí, apellido, de nombre se llamaba David) quiso convencernos que los salarios tienden a la subsistencia, porque los empresarios son tan avariciosos que someten a la (semi)esclavitud, pagándonos lo mínimo indispensable para sobrevivir. Y lo llamó “ley de hierro de los salarios“.
Sí, en el fondo estoy otra vez estoy erre con el concepto de “explotación” (aunque esta vez desde una perspectiva más vulgar, no marxista). Es importante seguir desmontando esta idea, porque, como podrás deducir, si la Ley de Hierro fuese cierta, las leyes de salario mínimo estarían más que justificadas.
Pero no lo están.
Las leyes de SMI son inútiles, propaganda política de la mala. Incluso a veces, si el mandatario se pasa de listo, tendrán efectos desastrosos para la Economía. Sólo un premio Nobel como Nicolás Maduro podría pensar que subiendo el salario mínimo un 30% seremos todos más ricos, y sólo a un periodista se le puede ocurrir compararnos con Luxemburgo.
Lo cierto es que es muy frustante comprobar cómo la inmensa mayoría de la gente cree aún hoy, en pleno siglo XXI, que la Economía es “algo” que se puede manipular a tu antojo. Si no tenemos el salario mínimo de Luxemburgo, lo subimos y listo. Ay, si la economía fuese tan fácil…
Desgraciadamente esto no es posible (al menos no sin desastrosas consecuencias), y cuando uno observa estas barbaridades se siente igual de consternado que si a un físico le dijeran “oye, que el gobierno acaba de decretar el fin de la Ley de la Gravedad, puedes tirarte por la ventana”.
A uno siempre le queda la duda de si los políticos actuales son unos completos ignorantes, o por el contrario son plenamente conscientes de lo que hacen. Al fin y al cabo, no puedo empezar a hablar sobre los salarios mínimos sin mencionar, aunque sea muy por encima, sus orígenes racistas y eugenésicos.
En pocas palabras, algunos economistas y políticos de antaño ya se habían dado cuenta que el salario mínimo provoca paro (y créanme, no hace falta ser un lince), pero es que era exactamente eso lo que buscaban: expulsar o disuadir a inmigrantes chinos, negros, japoneses, condenar a la pobreza a las “razas de bajos salarios” y demás maravillas tan típicas del siglo XX. También se llegó a sugerir para frenar inserción de la mujer en el mercado laboral. Era la época del conservadurismo más rancio en todo su esplendor.
Cómo una idea así fue comprada por la izquierda contemporánea es algo que dejaré de lado aquí (aunque tampoco hace falta investigar demasiado: cuando de intervenir la Economía se trata, Derecha e Izquierda han sido compañeros de cama en no pocas ocasiones).
En fin, volviendo al tema. Para aclarar toda esta confusión en torno a los salarios y salarios mínimos, se precisan unas nociones teóricas básicas. El enfoque teórico supongo que siempre es más aburrido (muy a mi pesar) para quien no le guste la Economía, y consistiría básicamente en explicaros cómo se determinan los salarios en el mercado, que no, nada tienen que ver con la avaricia de los empresarios. Será inevitable un post largo (está de camino), clave para que te convezcas definitivamente de la supresión del salario mínimo.
Pero hoy estás de suerte, sólo me centraré en el enfoque empírico, que se limita a observar las consecuencias y te hace pensar bastante menos. De hecho, tan sólo me limitaré a aportar unos pocos datos redondeados:
En Suiza, el sueldo medio ronda los 5.ooo euros al mes, en Noruega, 3.900 euros al mes, Dinamarca, 3.000 euros; Finlandia: 2.500 euros, Alemania: 2.300 al mes, Suecia: 2.900 euros; Austria: 2.300 euros ; Islandia, 2.600 euros, y en Italia, 1.900 euros.
Todos estos países tienen una cosa en común: no tienen salario mínimo interprofesional. En general, son países en los que los empresarios tienen más libertad para negociar los salarios de sus trabajadores. Da igual que índice de libertad económica escojas. Algunos tienen salarios mínimos sectoriales, pero otros directamente no saben qué es eso (Dinamarca).
Al menos, si eres honesto, reconoce que si pensabas como Ricardo, debes de estar teniendo algo de dolor de cabeza. La evidencia es completamente contradictoria a la “ley”. ¿Cómo es posible que los empresarios, pudiendo pagar menos, paguen más? Como adelantaba, parece evidente que los salarios dependen de algo más fuerte que una ley gubernamental.
y…¿si comparamos las tasas de paro y paro juvenil?
Recapitulando. Eso de que con un salario mínimo por ley más alto tendremos sueldos reales más altos no tiene ningún tipo de evidencia empírica. Acabas de ver cómo muchos países desarollados ni siquiera lo tienen, y están mucho mejor que España ¿magia? No, como diría un amigo mío, es ciencia.
No obstante, como verás en el post teórico, también es perfectamente plausible que haya países que paguen más, sufra menos paro y hayan implementado también un SMI más alto (como el caso de Luxemburgo, Australia o Francia) ¿contradicción? Ninguna.
Como decía un poco más arriba, por eso es tan importante la teoría…para establecer correctamente las relaciones causales de las diferentes variables. ¿”tienen SMI altos porque son ricos” o “son ricos porque tienen SMI altos”? ¿será lo mismo decir “está borracho porque bebe” (correcto) que “bebe porque está borracho” (falso)?
En definitiva, o comprendes cómo se determinan los salarios, o no te convencerás de que el salario mínimo hay que bajarlo, o directamente suprimirlo. Mientras tanto, seguiremos con esta escandalosa tasa de paro juvenil, líder en Europa (jugábamos la Champions, pero no especificamos en qué).
Pero por ahora espero haberte hecho pensar un poco con los datos.
Id pensando en ello 🙂
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