Dado que a Google no se llega por el atajo de la mediocridad, hemos de suponer que James Damore es, simplemente, uno más entre ese selecto grupo de brillantes ingenieros que tienen la dichosa manía de cuestionarlo todo. No obstante, su privilegiada cabeza no le advirtió esta vez sobre la osadía que supone en el Occidente actual (si eres hombre, claro está) dar tu opinión sobre mujeres y mercado laboral.