Laissez faire, Europa

Han pasado más de setenta años desde que Europa quedase hecha un solar. La guerra total había supuesto el culmen, la fiesta última, de una ideología enferma: el socialismo, versión nacionalista.

Schuman

Fueron muchas décadas de deriva intelectual las que se necesitaron para llegar a los treinta, esa época en la que el odio a la Libertad llegó a máximos históricos. Han de saber que si el siglo XVIII y parte del XIX fue bastante liberal, para principios del XX Europa era intelectualmente hablando un hervidero de socialistas, salvo honradas excepciones.

En la Alemania hitleriana se llegaba incluso a afirmar que eso del libre comercio era una argucia británica para dominar el mundo. Un poco más al Este el imperio soviético esclavizaba a países enteros porque se pensaba que la propiedad era un robo. Y, aquí, un ferrolano hijo ideológico de José Antonio Primo de Rivera nos aislaba del mundo con consignas muy similares.

Sólo tras la masacre, uno de esos necios, colaborador en otro tiempo del traidor Pétain, se dio cuenta que igual había que empezar a comerciar entre todos. Por cuestiones prácticas, vamos. Por lo de no matarnos. El hombre no creía en la Libertad, tan sólo era un oportunista, pero al menos tuvo la honestidad de admitir que el proteccionismo socialista no había funcionado, y en este ambiente un 9 de Mayo (se cumplen 67 años pasado mañana) este señor del que os hablo da un discursito en el que sugiere empezar a comerciar por el acero. Fue el nacimiento de la Unión Europea.

Sin duda, este fue un pequeño avance en un continente de fanáticos donde nadie había leído, o de haberlo hecho habían olvidado, las enseñanzas de un Smith, un Bastiat o un Tocqueville.  Así nos fue.

Quien leyese a David Hume sabría que el libre comercio era algo bueno, algo que civiliza. Él fue quizás el primero que nos advirtió en su célebre Tratado sobre la Naturaleza Humana que

“Donde la posesión no tiene estabilidad, habrá guerra perpetua. Donde la propiedad no se transfiere por consentimiento, no podrá haber comercio. Donde no se respetan las promesas, no habrá ligas ni alianzas”.

Esto debería ser una obviedad. En lugar de matarnos, esclavizarnos o robarnos, cuando las personas nos dejamos en paz y empezamos a intercambiar cosas pacífica y voluntariamente, el mundo va mejor.

Poco después de este primer aporte, un amigo de Hume, el escocés Smith, se dió cuenta de que tenía razón y se lo reconoció así:

“El comercio y la fabricación de manufacturas han ido introduciendo gradualmente el orden y el buen gobierno y, con éstos, libertad y seguridad para poblaciones que habían vivido hasta entonces en un estado de guerra casi continua con sus vecinos, y de servil dependencia respecto a sus superiores. Aunque estos efectos han sido los menos observados, son con mucho los más importantes de todos. El señor Hume es, al menos de cuantos yo conozco, el único escritor que se ha dado cuenta de ello”

Otro lince, este de origen francés (Tocqueville)también lo vio claro:

No sé si alguien puede citar un caso de nación fabril y comercial que no sea libre. Hay, pues, un estrecho vínculo entre libertad e industria.

Señores, hasta el mismísimo Engels, un comunista de manual, se desesperaba cuando admitía que el libre comercio había reducido las guerras.

“You have brought about the fraternization of the peoples — but the fraternity is the fraternity of thieves. You have reduced the number of wars — to earn all the bigger profits in peace, to intensify to the utmost the enmity between individuals, the ignominious war of competition! When have you done anything ‘out of pure humanity,’ from consciousness of the futility of the opposition between the general and the individual interest? When have you been moral without being interested, without harboring at the back of your mind immoral, egoistical motives?”

Incluso remontándonos para atrás en el tiempo, ya en la Edad Antigua esto era una obviedad para algunos. Oppenheimer (os acordáis de este) nos narra este precioso pasaje.

Y aquí estamos de nuevo.

Setenta años después, neofascistas y neocomunistas, primos hermanos, pretendían hacer presidenta a otra necia muy peligrosa. ¿De verdad tengo que seguir? ¿de verdad hay que enseñar esto aún hoy?

Si los bienes no cruzan las fronteras, lo harán los soldados (Bastiat). Laissez faire et laissez passer, le monde va de lui même.

Laissez faire, Europa by Manuel Fraga is licensed under a Creative Commons Attribution 4.0 International License.

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