No se acababa de ir el 2016 y las filas rojas ya estaban dando las campanadas. Por un lado, un reflexivo Gaspar Llamazares expiaba sus pecados al más puro estilo trotskista. ¿Stalin? Si lo he visto no me acuerdo. Por otro lado, uno de esos nuevos aspirantes a Líder Supremo nos recordaba el incipiente centenario de la carnicería sádica con la que todo empezó. “Hermosa revolución”, en sus propios términos. En fin, revolución para unos, carnicería para otros, lo que es cierto es que “la obra” del más lejano maestro de los tres personajes aquí citados estará de aniversario este año.
Es decir, Vladímir Ilich Uliánov “Lenin” y su Octubre de 1917.
Se dio la paradoja de que, dentro de la extrema izquierda española, al antiguo coordinador general se le echaron encima por ese ataque de honestidad sin precedentes, mientras que de la barbaridad manifiesta del segundo nadie dijo ni mu. Otra vez, nada me tenía sentido. O sí.
Al fin y al cabo, Gaspar se limitaba a recordarnos la estrategia adoptada por el mismísimo PCUS para salvar el Socialismo teórico de sus actos más eminentemente prácticos. En pocas palabras, cabe recordar que tras décadas de matanzas, purgas y represiones de toda índole, no hizo falta que viniesen desde fuera a criticar el sistema soviético. Fue el mismísimo Politburó al que no le quedó otra que condenar al mismísimo Stalin. Para salvar a Lenin y su leninismo, claro.
Lo dicho. He aquí otra vez se deslizaba sutilmente el grave problema del Socialismo del que ya hablé en otro lugar: La negación de lo que fueron, el ocultamiento de lo que son. El caos mental que, en mayor o en menor medida, padecen muchos dirigentes socialistas.
Por mi parte, quiero estrenar el año bloguero fuertemente, haciendo leña de árbol caído. Y es que si Stalin fue malvado, Lenin fue la encarnación del mal en la tierra.
Escribiré muy claro y concretaré al máximo (perdón por el anterior aumento agresivo de la tipografía). Las salvajadas escritas y perpetradas por Vladimir en el período que va desde 1917 a su enfermedad en 1921-22 tan sólo demuestran que si no asesinó a más millones de trabajadores es simple y llanamente porque no vivió lo suficiente.
Porque Lenin, antes de nada, fue un asesino. O mejor dicho, fue el teórico del asesinato sistemático, en masa, implacable. Probablemente el asesino más eficiente que haya parido esta tierra (dentro de la dificultad de estimar el número total de muertes, no son pocos los autores que creen que respecto a muertes anuales, Lenin superó a todos. Es el número uno).
Todo empezó la noche del 24 de Octubre, cuando aprovechando el caos institucional de Rusia post-zarismo, los bolcheviques deciden dar un golpe de Estado.
Siempre me hizo gracia que la extrema izquierda tache a Franco de golpista (que sin duda lo fue), mientras que olvidan este inoportuno detalle: en las elecciones democráticas de ese mismo año, el partido bolchevique resultó derrotado y obtuvo solamente alrededor de un cuarto de los votos. Aún asumiendo que Lenin representaba a todo el partido (falso, pero no tengo tiempo), el bolchevismo ya representaba una clara minoría en la sociedad. Repito, en el momento más álgido de popularidad, “el pueblo” resultaba ser minoría. Seguro que les suena.
Pues eso. El golpe triunfa pero evidentemente desencadena una brutal guerra civil. Chernov se exilia y nuestro angelito prohíbe. Ante todo prohíbe. Prohíbe todos los partidos políticos, prohíbe las huelgas, prohíbe los medios de comunicación y por supuesto prohíbe todo tipo de comercio mientras que expropia absolutamente todo a todos.
Para cuando decide ejecutar a toda la familia imperial, los odiados comunistas representan como mucho el 5% de la población, en el mejor de los casos. Pero ya estaban en el poder. Y si algo nos enseñó la revolución de Octubre, es que si los comunistas llegan al poder, no lo sueltan.
Así pues, para llevar a cabo su plan, Lenin crea el ejército-policía de fanáticos disciplinados más terrible que haya existido nunca, la Checa.
“…cuantos más representantes del clero y la burguesía reaccionaria ejecutemos, mejor”
Porque recordemos que Lenin luchaba por perpetuarse en dos frentes. El externo, la guerra contra el Ejército Blanco, y el interno, su propia población que se resistía a someterse al marxismo. Es en el plano interno donde la Checa instaura el posteriormente llamado Terror Rojo: sin ningún tipo de escrúpulo autoriza las penas más atroces que a uno se le puedan ocurrir a cualquiera que ose desobedecer. Crucifixión, incineración, enterramiento vivo, ingestión de metales fundidos, lapidación. Lo que a uno se le ocurra, está documentado.
En la misma línea crea un ejército de rehenes a los que obliga a combatir por su causa, bajo riesgo de torturas y ejecutar a sus familias. Todo aquel soldado que retrocediese sería liquidado en el acto.
En el campo que va dejando atrás, ordena a los campesinos quedar atados a su tierra de por vida. Esclavitud o muerte. Miles de ellos se suicidarán por miedo a las temibles torturas que sufrirían de no cumplir con la cuota de producción que exigía el régimen. Quizás lo más imperdonable es leer cómo Lenin justifica promover hambrunas mientras lo confiscado (supuestamente para alimentar al pueblo) se vende al exterior para comprar las armas necesarias para expandir la barbarie.
A ver si nos entendemos. Hambrunas cuyas víctimas son incalculables. Hambrunas donde se documentaron episodios no aislados de canibalismo. De niños.
A contrario de lo que suele pensar, su víctima favorita fue el campesino indefenso.
Pero en realidad daba igual quien fueses, porque Lenin masacra de una u otra manera, casi aleatoriamente. Incluso en su propio partido, inaugura la primera gran purga. Aproximadamente uno de cada seis bolcheviques y sus familias son deportados a la novedosa red de campos de concrentación (Gulags).
También fue en ese mismo periodo, décadas antes del delirio nazi, cuando Lenin casi literalmente extermina a toda una etnia, que de aquella se contaban por varios millones (los cosacos), con el único fin de apropiarse de sus riquezas. Fue un auténtico genocidio, aunque el término en sí no fuese acuñado hasta el holocausto de 1945.
Nunca antes se había destrozado una sociedad en tan poco tiempo. Económicamente hablando, su experimento de comunismo puro (eufemísticamente llamado comunismo de guerra) es el destrozo económico más abrupto de la historia de la humanidad registrado hasta la actualidad (caída de la producción estimada en más del 90%), como no podía ser de otra manera.
Pero es que Lenin lo afirmó una y otra vez en sus centenares de escritos y cartas revolucionarias. Su pureza intelectual y brutalidad sería recordada.
Poco antes de morir, se le preguntó a un tal Molotov, antiguo ministro soviético bajo el mando tanto de Lenin como de Stalin, que quién había sido más duro. Él respondió que sin duda fue Lenin, ya que este acusaba a Stalin de ser demasiado liberal.
“Debemos dar inmediatamente una lección a todas esas gentes, de tal manera que no sueñen ya en ninguna resistencia durante décadas”
– Lenin
19 de marzo de 1922
Este es el asesino fanático que glorifican. Un criminal que aterrizó y paralizó a todo un pueblo. El hombre práctico que Marx necesitaba. De lejos, el más malvado de los demonios que ha visto la tierra.
Lenin, cien años después. by Manuel Fraga is licensed under a Creative Commons Attribution 4.0 International License.
El más fantasioso relato que he leído estos últimos días. Afirmando haber documentos y demás cosas que justifique escribir estos delirios pero, como todo hijo de cuñao que habla similar de estos temas, no puede demostrarlo.
Hola Matuderivia,
Cierto es que el relato de este post carece de referencias bibliográficas, porque este no es un blog académico. En ese sentido comprendo su reacción. Si se tiene una historia fantasiosa en la cabeza es natural el rechazo inicial, hablar de delirios o de ser “hijos de cuñao”.
Como intuyo (puedo estar equivocado) que parte de una visión del periodo soviético muy sesgada, para empezar le animo a realizar el test del profesor Caplan:
http://www.bcaplan.com/cgi-bin/museum1.cgi
A partir de ahí creo que puede ir descubriendo usted sólo las fuentes. Evidentemente si luego quiere más bibliografía contacte conmigo otra vez.
Es más, los textos leninistas están disponibles online. Las cartas de la revolución, etc, hablan por sí solas. Le animo a que las lea directamente. Lenin fue un auténtico y orgulloso asesino de masas.
Un saludo.