Pocas días al año tengo tan claro como hoy que nunca me dedicaré a la Política. El hecho de conectar con la Carrera de San Jerónimo me suele producir tal malestar que no suelo aguantar ni 5 minutos con la tele encendida, y como estos días tocaba “tragarme” unos 10 (gajes de la profesión), el resultado es estar aquí escribiendo. Llamémosle autoterapia.
Efectivamente, no me queda otra que hablar a mi estilo de la investidura imposible de Pedro, de otro discurso prefabricado que nuestro presidente en funciones no supo leer, y también de esos dos chicos que vieron cumplido su sueño, hablar desde el Atril del Pueblo. Por ello, antes de todo esto, voy a trasladaros a mi pasado Noviembre. Quiero, en primer lugar, compartir unas reflexiones personales que saqué de una experiencia que tuve este pasado otoño, porque vienen muy pero que muy al caso.