Una de las razones, quizás la principal, por la que la mentalidad socialista triunfa entre la población es su inicial atractivo psicológico. Donde hay desgraciadas casualidades, un socialista te venderá reconfortantes causalidades.
Así, ante los mil y un problemas de la vida, el socialismo siempre te busca un agente externo, más o menos abstracto, al que culpar de tu personal desgracia. Ya sean “los mercados”, el gran capital, los judíos, la Troika, Merkel, el opresor gobierno español, el heteropatriarcado, los inmigrantes, la guerra de Irak, el “sistema” o la austeridad, la culpa será siempre y fundamentalmente de otros. Esto vende.