La ley

“¡…La ley pervertida! ¡Y los poderes del estado para guardar el orden pervertidos junto con ella! ¡La ley, digo yo, no sólo ha cambiado de rumbo desviándose de su propósito correcto, sino que además ha tomado un rumbo enteramente contrario a su propósito! ¡La ley se convierte en el arma de todo tipo de avaricia! ¡En vez de controlar el crimen, la ley misma es culpable de cometer las maldades que se supone que ella castigue!

Si esto es cierto, es un hecho grave, y la obligación moral me requiere que le llame la atención a mis conciudadanos sobre esto. Gozamos el obsequio de Dios que incluye a todos los demás. Este obsequio es la vida—la vida física, intelectual y moral.

Pero la vida no se puede mantener por sí sola. El Creador de la vida nos ha entregado la responsabilidad de preservarla, desarrollarla, y perfeccionarla. Para que podamos lograr esto, El nos ha otorgado muchas facultades maravillosas. El nos ha puesto en medio de una variedad de recursos naturales. Al aplicar nuestras facultades a estos recursos naturales, los convertimos en productos, y los usamos. Este proceso es necesario para que la vida pueda desarrollar su curso designado.

La vida, las facultades, la producción—en otras palabras, la individu- alidad, la libertad, la propiedad—esto es el hombre. Y a pesar de la astucia de los líderes políticos diestros, estos tres obsequios de Dios preceden toda la legislación humana, y son superiores a ella.

La vida, la libertad, y la propiedad no existen porque los hombres hayan hecho leyes. De lo contrario, el hecho que la vida, la libertad, y la propiedad existían antes, es lo que causó que los hombres hicieran leyes en primer lugar.

Entonces, ¿qué es la ley? Es el derecho individual organizado colectivamente para defenderse legalmente.

Cada uno de nosotros tiene un derecho natural—concedido por Dios—a defender su persona, su libertad, y su propiedad. Estos son los tres requisitos básicos de la vida, y la preservación de cada uno de ellos depende completamente de la preservación de los otros dos. Porque ¡qué son nuestras facultades sino la extensión de nuestra in- dividualidad? Y ¿qué es la propiedad sino una extensión de nuestras facultades?

Si cada persona tiene el derecho a defender—aunque sea a la fuerza—su persona, su libertad, y su propiedad, entonces se deduce que un grupo de hombres tienen el derecho a organizarse y apoyar una fuerza común para proteger estos derechos constantemente. De modo que el principio del derecho colectivo— su razón por existir, su legalidad—se basa en el derecho individual. Y la fuerza común que protege este derecho colectivo no puede lógicamente tener ningún otro propósito ni ninguna otra misión que aquella que sustituye. De modo que, como un individuo no puede legalmente usar fuerza contra la persona, la libertad, ni la propiedad de otro individuo, entonces la fuerza común—por la misma razón—no puede legalmente usarse para destruir la persona, la libertad, ni la propiedad de los individuos ni de los grupos.

Tal perversión de fuerza sería, en ambos casos, contraria a nuestra premisa. Se nos ha dado la fuerza para defender nuestros propios derechos individuales. ¿Quién se atrevería a decir que nos han dado la fuerza para destruir los derechos iguales de nuestros hermanos? Como ningún individuo actuando por sí solo puede usar fuerza legalmente para destruir los derechos de los demás, ¿no es lógico deducir que el mismo principio también se aplica a la fuerza común que es solamente la organización de las fuerzas individuales combinadas?

Si esto es cierto, entonces nada puede ser más evidente que esto: La ley es la organización del derecho natural a la defenderse legalmente. Es la sustitución de fuerzas individuales por una fuerza común. Y esta fuerza común es para hacer solamente lo que las fuerzas individuales tienen un derecho natural y legal para hacer: proteger las personas, las libertades, y las propiedades; mantener el derecho de cada una, y causar que la justicia reine sobre nosotros”


Esta genialidad corresponde el comienzo de un panfleto del siglo XIX con el mismo nombre. No creo que haga falta decir nada más…como dice Escohotado, la verdad se defiende sola, la mentira necesita ayuda del gobierno.

Que tengáis buena semana.

La ley by Manuel Fraga is licensed under a Creative Commons Attribution 4.0 International License.

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