Cuando el sabio señala la luna, el tonto mira al dedo. El clon de josemari irá a Washington capital, escandalizándose el soberano pueblo por tal flamante nombramiento. Le llaman corrupto, o algo así, si bien siendo justos nunca se le atribuyó delito (ni siquiera prescrito) ni ilegalidad alguna.
Vale que quizás antaño fuese un mentiroso “administrador” de sociedades domiciliadas en paraísos fiscales. Vale. Pero recordemos también que, por fortuna para muchos de sus verdugos, la hipocresía no se persigue en nuestro país. Es más, la Política, precisamente, la suele premiar con puestos como estos: tierra de por medio y 226.000 euros al año libres de impuestos, dice El País.
Salvedades morales aparte, repetiré lo de que cuando el sabio señala la luna, el tonto mira al dedo ¿o acaso alguien se cuestiona no ya el nombramiento, sino la misma existencia de una institución que, ya para empezar, acepta a señores como Jose Manuel Soria?
Ahí está el verdadero problema: en la propia existencia de esa entidad. Porque el BM es una institución que afirma ser una fuente de asistencia financiera y técnica para los llamados países en desarrollo, pero por lo pronto ya podrán intuir que es un nido de políticos corruptos y economistas socialistas. Como nuestro exministro.
La entidad no es más que una cosmopolita mafia con un nombre (“Banco Mundial”) que debería producirnos escalofríos orwellianos a todos nosotros, los ciudadanos de a pie.
Que me voy por las ramas. Concretando,
el BM es una de esas mega-burocracias internacionales que si bien comúnmente se asocia con el neoliberalismo salvaje, en realidad fueron creadas por y para socialistas (en concreto, sus papás fueron nuestro ya conocido amigo Keynes y un espía de la URSS llamado White).
Es más.
Cuando este organismo internacional ha intentado ayudar a un país, sus medidas adoptadas han sido completamente contraproducentes. Hay decenas de desastres documentados. Estas “ayudas internacionales”, suelen contribuir a destrozar la pobre economía local, generando aún más dependencia de los países occidentales.
Esto es un hecho que ha sido denunciado constantemente por todos los grandes expertos en la materia (el gran Peter Bauer), entre los que ahora (por fin) se encuentran economistas africanos como la zambiana Dambisa Moyo y su genial best-seller “Dead Aid: Why Aid is Not Working and How There is a Better Way For Africa”.
Resumiendo la idea, estas medidas socialistas no faltas de buena intención no pueden alcanzar el objetivo que pretende básicamente por dos motivos, aunque hay muchos más. Por una parte, porque la implementación de estas medidas no es susceptible de lograr una respuesta adecuada por parte de los pobres a los que pretende ayudar (lack of accountability) y, segundo, la lógica de las ayudas genera un elenco de incentivos perversos, en especial entre los burócratas encargados de gestionar estas ayudas, que se disocia completamente de los objetivos que la ayuda pretendía alcanzar inicialmente.
Es decir, sus ayudas externas sirven principalmente para forrar a los gobernantes del Tercer Mundo y apoyar sus ambiciones políticas, y no para promover economías sanas. En este sentido, decía Bauer que las ayudas internacionales son “una fuente independiente de hostilidad al mercado”.
Sencillamente, supo ver que los gobernantes/dictadores del tercer mundo tienen un claro incentivo para usar la ayuda externa para ganar más control sobre la vida económica: “Dado que la ayuda se da a los gobiernos, refuerza la posición del Estado y lo agranda en comparación con el sector privado”. En consecuencia, Bauer argumentó que la ayuda externa “provoca y exacerba la tensión política, lo cual eleva de nuevo la hostilidad al mercado, sobre todo en sociedades multirraciales”.
Por esas y otras razones, Bauer incluso se atrevió a concluir que sin ayuda externa no habría un Tercer Mundo: “El concepto del Tercer Mundo y de la ayuda externa son inseparables. El uno no podría existir sin el otro (…) Así que el Tercer Mundo es un concepto político, no económico”.
Cerremos el Banco Mundial. Mataríamos muchos cuervos de un tiro.
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