Prensa capitalista, prensa libre

Captura de pantalla 2016-08-27 a las 16.39.15Son los nuevos rockeros del progresismo español. De izquierdas, libres, honestos e independientes, dicen contar con experiencia en grandes periódicos europeos. Su medio se llama CTXT, y ayer salió a la palestra tras informar de que no podrán asistir a la sesión de investidura, al negársele el Congreso la acreditación de prensa oportuna.

Deben de ser buenos, porque ya sabían qué era lo siguiente que tenían que hacer. Tal y como el nuevo manual del periodismo progresista indica, se lanzaron a las redes a promover el correspondiente hastag. #QueremosContextoEnElCongreso. Fácil, ruidoso, gratuito.

En pocas horas, España entera se enteraba otra vez de que “a las derechas” no le va la libertad de prensa.  Que si Franco, que si el fascismo, que si tal. Lo de siempre. Podemos la coge al vuelo, PSOE la remata, y mientras escribo estas líneas aún desconocemos en qué quedó la cosa.

Entiendo que el gobierno del PP rectificará, y tarde o temprano los nuevos aspirantes a Bernstein, Woodward y compañía se sentirán como en casa. Cosa que yo, faltaría más, desearía ardientemente.

No obstante, escuchar a un socialista hablar de Libertad es siempre tan fiable como asistir a una conferencia sobre sexualidad a un convento cartujo. Pero como siempre, la situación se ha vuelto a dar: socialistas de renombre dando hipócritas lecciones sobre Libertad (de Prensa).

Mi papel aquí, pues, se reduce a exponer el asunto ideológico que se esconde detrás. Es decir, a impedir que el socialismo se cuelgue la siempre oportunista medalla de campeón de la Libertad otra vez, porque eso de ser socialista y defender la libertad de prensa roza, para variar, la oligofrenia.

El caso es clínico. Los mismos que votan a quien considera que

“lo que ataca la libertad de expresión es que la mayoría de los medios sean privados, e incluso que existan medios privados[…]”

se indignan cuando es el Estado quien, ay, veta a un medio privado.

La incoherencia, creo, es más palpable que nunca. Estamos ante un ejemplo maravilloso de cómo, en una sociedad capitalista, los grupos a quienes más les debería interesar la preservación y fortalecimiento del libre mercado no son los grandes magnates (precisamente surgidos al amparo del Estado), sino los grupos minoritarios.

Si existe propiedad privada, lo único que hace falta es convencer a unas cuantas personas para que financien un proyecto, progresista, marxista, ecologista que sea, y ahí los tienes. Diría más, hoy en día hasta un tonto como yo puede hacerse un blog.

Se llama Capitalismo. El libre mercado descentraliza, diversifica y libera la información. De este modo, se garantiza que cada uno sea libre de informarse donde considere oportuno, allá donde crea que resida la honestidad y la verdad.

Y sin embargo, paradójicamente, los enemigos del mercado libre (los comunistas y socialistas), en vez de reconocer que es la existencia del mercado sin interferencias estatales lo que les garantizará la libertad de expresión, la volverán a atacar vilmente.

Ya sea porque nunca creyeron en ella (la primera, la vicepresidenta, que quede claro), o porque son tan necios que no comprenden las consecuencias de sus ilusorias propuestas (comités públicos de “control democrático” y demás perlas totalitarias), los españoles votaron y votarán en contra de la genuina libertad de expresión.

Que nadie se queje. Siembran y recogen.

“Where the press is free and every man able to read, all is safe.”

– Thomas Jefferson

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