Circula por internet una de esas tonterías económicas de altísimo nivel. Un clásico entre los clásicos: ¡Malditos chinos! La ignorancia es atrevida y la incultura abundante. Son las conclusiones, como no podía ser de otra forma, disparatadas.
Porque ciertamente la Economía es una ciencia relativamente sencilla de estudiar, pero por desgracia nunca lo será tanto como algunos iluminados pretenden hacernos creer. En este supuesto de hoy, unos pocos párrafos deberían bastar para aclarar esta terrible confusión. Y hacernos todos un poco más liberales, dicho sea de paso.
Pongámonos en situación.
Ya sabemos, o si no lo imaginamos, que la señora de nuestra tienda vende jerseys a 15€, pero Paco encontró el suyo a 10€ en jelseysbalatos.com y lo compró allí. Bien por Paco. No obstante, la encolerizada dueña del negocio profetiza la llegada al barrio del caballo negro del Apocalipsis. Si seguimos comportándonos así nuestros negocios quebrarán y nos iremos todos al traste, dice. Paro, crisis, hambre. Nos asfixian los malditos chinos.
Bueno, señora. Al traste quizás se vaya usted. Pero mire.
Paco ahora tiene 5€ más para gastar en otras cosas, por lo que gracias al chino otros sectores de la economía se podrán beneficiar de su pequeño ahorro. Es decir, creará empleo en otros lugares. Algunos pueden ser muy próximos: quizás vaya a la tienda de la esquina a comprarse una bufanda a juego con el jersey. Pero quizás, si le apetece, siga comprando en China. Por ejemplo, un adorablemente inútil patito de goma de esos.
En ambos casos, señora, está claro que usted saldrá perjudicada como no espabile. Pero por mucho que le moleste, la sociedad sale ganando.
¿acaso es usted racista señora? ¿o acaso me desea lo peor? ¿qué culpa tiene el chino de que produzca cosas que me gusten más que las suyas?
Es indudable que gracias al chino, Paco está mejor que antes. Donde antes tenía un jersey, ahora tiene un jersey y una bufanda (o un patito de goma). Pero nótese que no sólo Paco sale ganando. Gracias al maldito chino, el señor de esa tienda de bufandas también sale mejor parado.
Es más, hablemos un poco más de este chino, por que la lección no finaliza aquí. En el otro lado del globo, al señor Wu le está yendo bien el negocio. Como sus jelseysbalatos están arrasando en Malasaña, mantiene en nómina a unas cuantas decenas de sus compatriotas, mientras que él acumula miles de euros en caja. ¿y qué hará el señor Wu con esos miles de euros en un país donde la moneda oficial es el yen?
Muy sencillo. Tarde o temprano, el señor Wu sólo podrá hacer una cosa: comprar en España (siendo rigurosos, en cualquier país de la zona Euro). Gracias a que Paco compró en China, China acabará comprando en España. Y sea lo que sea lo que compre el señor Wu, estaremos encantados.
Ironías de la vida, seguro que Wu también tendrá que soportar allí las críticas de sus vecinos por no comprar los bienes en su barrio. Es terriblemente irónico ¿no lo veis? Al final el señor Wu está haciendo lo mismo que Paco, crear empleo donde él considera que lo merecen.
Nada que Adam Smith no explicase hace un porrón de años: “En todos los países, el interés de la inmensa mayoría de la población es y debe ser siempre comprar lo que necesita a quien vende más barato”
En perspectiva, los consumidores de ambos países quedan beneficiados, pues les es posible adquirir libremente lo que necesiten donde más barato lo consiguen. El comercio internacional, lejos de ser perjudicial, es terriblemente beneficioso para todos. Los bienes cruzan las fronteras, la producción total aumenta y el empleo y los salarios reales también.
Si en vez de eso, al señor Wu le imponen un arancel que encarece sus jerseys, todo los efectos beneficiosos del libre comercio se desvanecen. (para ver más detalladamente qué sucede si impones un impuesto a la importación, tan sólo deshaced lo andado. Os lo dejo a vosotros).
Es lo mejor que ha pasado nunca a la humanidad. Pregúntenselo si no al padre del señor Wu (en paz descanse), un pobre agricultor que sobrevivió toda su vida a base de arroz en tiempos de la dictadura comunista de Mao.
Sí, toda esa dialéctica que dice que apoyando el comercio de tu barrio proteges nuestro empleo es una burda mentira, un engaño interesado, terriblemente contraproducente. En términos económicos nos hace más pobres, por no mencionar ese tufillo racista que desprende, caldo de cultivo de conflictos bélicos a lo largo y ancho del globo. Pero esa es otra historia…
Dedicado al iluminado del cartel ese. “Gracias por tu comprensión”
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