Advertía uno de mis economistas favoritos, el señor Murray N. Rothbard, que “si Ud. enciende la televisión y ve a un político dando la mano a un empresario, desconfíe: muy seguramente le estarán robando”.
De un tiempo a esta parte, los norteamericanos han venido llamando a este fenómeno como “crony capitalism” (traducido como capitalismo clientelar o capitalismo de amiguetes), lo que no es más que un nombre moderno para una vieja variante del sistema económico capitalista consistente en la intervención a medida de la Economía, a fin de favorecer a ciertos empresarios afines al Poder Político.