Querido Javier. Comenzando por el final de tu artículo, efectivamente “no hay nada más triste que llamarse liberal y ser un poljeznyj idiot del estatismo”.
Tu argumentación me ha dejado perplejo, tanto en las formas como en el fondo, por decirlo suavemente. O no sabes argumentar, o no te interesa. Entre tanta frase grandilocuente, realmente poco pude sacar en limpio que sea digno de refutar.
Lo intenté de todos modos.
Por lo pronto, el liberal siempre había reparado en el aspecto material de las normas mucho antes de escandalizarse por las consecuencias de la desobediencia formal. Al menos hasta que llegaste tú. El célebre adagio de Montesquieu “una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa” reflejaba bien esta idea.
En este sentido, a los liberales nos resulta bien rídiculo, por no decir antiliberal de raíz, que se argumente como tú haces en términos puramente positivistas sobre la inseguridad jurídica que un intento de secesión ha desencadenado a corto plazo en la región catalana. Es obvio, Javier. No hace falta ser un genio.
Precisamente, este inseguridad jurídica es consecuencia directa de un Estado que se cuida mucho de poner la Legislación de su parte y de aplicar el chantaje o la fuerza en caso de rebelión. Teoría del Estado I, de manual.
Siendo breves, seguro que sabes que todo esto embrollo nace con la “volonté générale” rousseniana, ese absurdo principio filosófico con el que se justifica la promulgación de una Constitución “nacional”. La principal aspiración de estos textos es blindar al Poder político sobre un determinado territorio de por vida.
Sin embargo, los liberales tenemos claro desde Spooner hasta el aporte más reciente de Huemer que, lejos de ser un instrumento legítimo, la Constitución es una trampa absoluta que, si triunfa, enjaula a toda una población bajo la excusa del formalismo legal.
Por eso, sólo podría ser comprensible desde un punto de vista liberal tu posicionamiento en contra de una secesión por la inseguridad jurídica que esta genera si existiese un procedimiento claro preestablecido de secesión unilateral del Estado español.
En la medida en que no existan medios pacíficos para descolgarse del Estado español (o de otro cualquiera), este tipo de denuncias son a todas luces consecuencias secundarias de la negativa del gobierno central a ceder su poder. Posicionarse en contra de la independencia del territorio X por la inseguridad jurídica que genera a corto plazo sería tan absurdo como denunciar las guerras de Independencia por la “inseguridad jurídica” que estas también generaron. No me digas.
¡Precisamente, la razón por la que no hay más secesiones en el mundo es por el alto coste que hay que pagar para enfrentarse al Estado! La postura legalista que defiendes es puro Kelsen, positivismo jurídico muy lejos de la tradición liberal.
De hecho, desgraciadamente el liberal sabe muy bien, o debería saber muy bien, que una vez que un Estado determinado se consolida, la posibilidad del separatismo unilateral será casi imposible.
Ni siquiera en unas colonias inglesas lideradas por una élite intelectual de primer nivel (caso único en la historia), se pudo llegar a una solución pacífica. Tras las infructuosas negociaciones del bueno de Franklin, la guerra fue inevitable.
A saber, prácticamente ningún Estado hasta la fecha ha tolerado pacíficamente una secesión unilateral de parte de su territorio. Si bien existen casos ciertamente curiosos como Checoeslovaquia, Sudán del Sur o el intento en el siempre avanzado Reino Unido, por norma general un Estado sólo deja perder “soberanía” mediante la lucha sangrienta. Por poner unos ejemplos, lo vimos en los Balcanes, sucede en el kurdistán y sucederá en el Sahara.
Si has entendido esto, que veo que no te interesa, en la misma línea no vale tampoco el argumento cuantitativo del 51%, clásica crítica a la Democracia que todo liberal ya conoce. ¿acaso estarías dispuesto, acaso estaría el Estado dispuesto, a la secesión de la ciudad de A Coruña si consiguiese un apoyo del 80% de la población? Es esta la cuestión de fondo que siempre se quiere evitar. El procedimiento concreto, repito, variará dependiendo del lugar.
Evidentemente soy consciente de que permitir que cualquier comunidad política infeliz pueda independizarse pacíficamente de su Estado originario supondría el fin del Poder Político, el poder de la violencia, tal y como hoy en día es concebido. Pero es que precisamente por eso somos liberales.
Al final tendríamos un mundo formado por miles de países, regiones o miles de ciudades, un mundo que podría perfectamente encajar dentro de los principios minarquistas que supuestamente dices defender.
Pero es que aún hay más, aún hay otro aspecto en tu artículo doblemente perturbador que me hace pensar que eres español antes que liberal y que poco te importa el inalienable Derecho a la Secesión.
Es ciertamente irónico que digas preocuparte por los catalanes del futuro, oprimidos por su nuevo Estado, mientras que a la vez haces alarde de una no sé si interesada o inconsciente ignorancia.
Un Estado relativamente más pequeño, por el mero hecho de su tamaño, tiende a ser más libre y próspero que su hermano mayor. Esto es así.
Lejos de ser esto una tontería, por lo pronto ya existe una rica evidencia empírica que apoya clarísimamente esa “absurda creencia” que rápidamente te aseguras de descartar. Mónaco, Andorra, Liechtenstein, los cantones suizos, Hong Kong, Singapur, Bermuda, Holanda, Dinamarca, Taiwan, Uruguay o Qatar son ejemplos claros de países relativamente más prósperos que sus vecinos.
Es más, en el plano teórico, has de saber que la explicación económica del asunto no es muy complicada de entender, y hay amplia literatura al respecto.
En pocas palabras, gracias a su pequeño tamaño, el gobierno de turno está sometido a la presión de que si se pasa de listo tributando y regulando provocará que su población emigre y el país sufra una fuga de capitales y de mano de obra. Cuanto más pequeño sea un país, la presión sobre él para adoptar un auténtico comercio libre es mayor.
También la corrupción es más controlable, así como otros muchos otros aspectos beneficiosos para su población (p.e: mejor integración monetaria) que no puedo pararme a explicarte aquí.
En definitiva, te ocultas en los argumentos secundarios para no aceptar lo innegable: que no deberías tener poder de decisión sobre dónde quieren pagar impuestos los señores de Lérida, pero que como liberal deberías tener como mínimo simpatía ante aquellos que siempre quieran rebelarse para pagar sólo al recaudador de impuestos más próximo a su casa.
Esto es la filosofía política del Liberalismo. Pero mucho me temo que eres otro español disfrazado, en el peor y más antiliberal sentido de la palabra.
Separatismo para liberales. Una réplica a Javier Pérez Bódalo by Manuel Fraga is licensed under a Creative Commons Attribution 4.0 International License.