A tenor de la buena nueva, aprovecho para anticipar un inevitable fenómeno económico que, esperemos, sucederá en Cuba en los próximos meses. Asumiendo quizás ilusoriamente que comienza una nueva etapa para la isla, han de saber los pobres cubanos que la transición de un sistema económico de planificación central (léase comunista) a uno de precios libres (léase capitalista) es inevitablemente traumática a corto plazo.
Son muchas las razones, pero todas ellas nacen en última instancia de un hecho muy sencillo. Es la llamada inflación “reprimida”.
Como bien sabrán, en una economía comunista los “precios” son fijados por el organismo central. El comité dicta qué producir, cuanto producir, y a qué “precio” producir. Y tú, sencillamente, obedeces. O mueres claro.
Pero esto no son precios. Los precios o son libremente fijados, o no son.
Esto es algo fundamental que no entienden los ignorantes o los malvados marxistas. Cuando un comunista cubano te cuenta que el “precio” del kilo de carne es el mismo desde hace 30 años, y que el “precio” de unos pantalones no ha cambiado desde la “revolusión”, no te está contando la película entera.
Cierto es que los “precios” se mantienen fijos por orden del amado Fidel, que aniquiló “la especulación capitalista y la avaricia de los empresarios”. Sin embargo, si bien sus “precios” no cambian, Cuba sufre una inflación descomunal.
Porque el cubano no puede producir, comprar ni vender libremente. Si así fuese, sería de esperar que comprasen esos productos tan baratos en grandes cantidades. Pero en las tiendas cubanas sólo se puede comprar en el momento, lugar y cantidad que el Estado le permita. Son las famosas cartillas de racionamiento, consecuencia lógica de imponer precios artificialmente bajos: si el precio de un producto X se fija artificialmente barato, la demanda aumentará y la oferta se reducirá. La escasez surgirá, y la manera última de solucionarla es…prohibiendo vender.
Tabaco sólo los viernes, los jueves arroz, los miércoles un poco de azúcar etc…la pesadilla socialista ha llegado.
Cuando haya libertad para producir, comprar y vender, se descubrirá la escasez monumental que sufre el pueblo cubano. Los precios se dispararán espectacularmente a corto plazo, dado que la oferta es escasa o inexistente para satisfacer a toda esa gente que libremente demandará mucha más comida, ropa etc. que la que el sistema socialista del tirano le proporcionaba.
Cuba es un preso sometido que lleva décadas con las cadenas. Sacárselas será doloroso, pero merecerá la pena.
Cuba y la inflación, reprimidas by Manuel Fraga is licensed under a Creative Commons Attribution 4.0 International License.