Me llegan dos noticias que se leen mejor juntas. Don Pablo afirma que Marx y Engels eran socialdemócratas y, en consecuencia, el primero de ellos se ha dado de baja de Podemos. Hoy por la tarde aún no sabemos que hará Friedrich, aunque yo apostaría por otra baja segura. “Socialdemócrata” no es una etiqueta que case muy bien con sus ideas.
Quienes piensen que estamos ante otra irrelevante discusión terminológica no digna de reflexión, son carne de manipulación política. Como siempre, esto no es moco de pavo.
Faltaba Garzón para cerrar el círculo, que se autoinvitó a la fiesta para aclararnos lo que su marido de conveniencia quiso decir:
“El comunismo es una tradición política que nace como escisión teórica y práctica de la socialdemocracia. Por eso, Lenin, Marx y todos los comunistas del siglo XIX eran de partidos socialdemócratas, y hablaban en sus textos como socialdemócratas. Solo que entonces socialdemócrata significada lo que hoy comunismo”.
Como ven, barbaridades históricas a parte, el Segundón más o menos vino a decir lo que el propio Monedero comentaría posteriormente en su videoblog: oigan, que no se preocupen, que aquí cada uno se va definiendo como le venga en gana en cada momento y lugar. Ya os mataréis en entendernos.
Es una descarada e interesada ausencia de rigor. La terminología es fundamental, porque sin una terminología clara y común es imposible que haya un debate político. En otras palabras, no habrá confrontación ideológica, cosa que, por otra parte, a los políticos les interesa.
Declararse socialdemócrata cuando ya desde hace décadas que la llamada socialdemocracia europea renunció al Marxismo (el PSOE, en el Congreso Extraordinario de 1979) es tramposo. Es meter en el mismo saco a quienes aceptan un sistema económico de libre mercado con los que quieren destruirlo.
Al final es como aquel señor (un tal Lincoln) que en un discurso pronunciado en Baltimore en 1864 reconoció la dificultad de definir la «libertad» y el hecho de que la guerra civil entre el Norte y el Sur estaba basada, en cierto sentido, en un equívoco relacionado con esta palabra. «El mundo», decía, «nunca ha tenido una buena definición de la palabra libertad… Utilizamos la misma palabra, pero no queremos decir la misma cosa.»
O como aquella República de las Tres Mentiras, la RDA. Ese Estado que en realidad nunca fue ni República, ni democrática, ni Alemana (gobernaba Moscú).
Son dos breves ejemplos históricos que me parecieron interesantes para ilustrar algo que ya advertí en otro lugar. Que la Política profesional fue, es, y siempre será el arte de pervertir y retorcer el lenguaje, de forma que los conceptos que se esconden detrás de las palabras queden lo más difusos posibles frente a un pueblo no formado.
En este sentido, otra cosa que hay que entender es que es de manual que los ansiosos de Poder nunca utilizarán aquellas palabras que en un determinado momento histórico tengan ya una marcada carga peyorativa. Así como los fascistas del futuro se harán llamar antifascistas, que decía Churchill, los comunistas actuales, salvo contadas y honrosas excepciones, reniegan de utilizar el término en el juego democrático. Se llamarán “socialdemócratas”, que es muy chic. Es la lógica política.
Lo bello que realmente apoya mi tesis es el hecho de que Pablo Iglesias no fue político hasta hace bien poco. Ergo, no tenía necesidad de mentir y, evidentemente, orgullosamente comunista se declaraba.
Ahora me temo que no sé que decir. Siendo puros, recordemos que aquí ya se trató la hipocresía de Alberto Garzón. Si eres heredero intelectual de Lenin, y no de Bernstein, no te presentas a unas elecciones. ¡Haz como Monedero!
Pero no quiero enrollarme más con nombres e historias que no calarán en vuestros hipotálamos. Tan sólo nótese otra vez como se está (intentando) pervertir el lenguaje. Por ello, para finalizar, dejo a vuestra disposición el famoso decálogo de medidas que el pobre de Karl propuso en el Manifiesto Comunista Socialdemócrata (cap.II) como transición al Socialismo. De 1848.
- Expropiación de la propiedad territorial y empleo de la renta de la tierra para los gastos del Estado.
- Fuerte impuesto progresivo.
- Abolición del derecho de herencia.
- Confiscación de la propiedad de todos los emigrados y sediciosos.
- Centralización del crédito en manos del Estado por medio de un Banco nacional con capital del Estado y régimen de monopolio.
- Centralización en manos del Estado de todos los medios de transporte.
- Multiplicación de las empresas fabriles pertenecientes al Estado y de los instrumentos de producción, roturación de los terrenos incultos y mejoramiento de las tierras, según un plan general.
- Obligación de trabajar para todos ; organización de ejércitos industriales, particularmente para la agricultura.
- Combinación de la agricultura y la industria; medidas encaminadas a hacer desaparecer gradualmente la diferencia entre la ciudad y el campo.
- Educación pública y gratuita de todos los niños; abolición del trabajo infantil en las fábricas tal como se practica hoy; régimen de educación combinado con la producción material, etc.
Si es que son los de siempre.
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