No tenía el gusto de conocer a José María González Santos “Kichi“, actual alcalde de Cádiz. Un poco sí que había oído hablar de él pero no le había puesto cara ni voz. Tampoco se podrá decir que, tras un vídeo de 20 segundos, ahora lo conozca. No obstante, son esos 20 segundos los suficientes para lo que quiero tratar hoy aquí, dado que no es mi intención centrar el post en este su gestión del ayuntamiento andaluz o en la personalidad de este personaje.
20 segundos de pura actualidad política me amargaron el día. Lo sé, soy peculiar. Qué me vais a contar.
Fue la falacia lógica. Una que con insultante frecuencia se comete a nivel político y en general en las ciencias sociales, y que (sutilmente, eso sí) también aquí ha sido cometida por el amigo.
Se la conoce como argumento de autoridad, y consiste en afirmar que un argumento es verdadero sencillamente porque el emisor tiene autoridad en la materia, o bien cita a alguien que la tiene (Kichi dice que comprende porque tiene una carrera). Si “lo afirma el maestro”, magister dixit, fin de la discusión.
Que el político, manipulador de profesión, utilice a menudo esta falacia de autoridad (junto con otras muchas, claro está), es algo que a estas alturas no me debería extrañar. En este sentido, extrañar no me extraña, pero me afecta especialmente, por todo lo que lleva implícito detrás. Me explico.
La versión más común suele aparecer así:
“Un político citando a un economista de cierto prestigio (a poder ser un premio Nobel), con el fin de legitimar su política económica”
Un clásico. No hace falta remontarnos a los años de Paul Krugman asesorando a Zapatero. Hoy en día citar a economistas está más de moda que nunca. Teníamos a Torres López en Podemos, tenemos a Garicano en Ciudadanos, a Lacalle jugando al gato y al ratón con el PP, a Pedro Sánchez que ya es economista, y Garzón otro tanto.
En este contexto, en el fondo hay que ser un poco comprensible con el político que barre para su casa. Es más, por mucho que me moleste, es comprensible que cualquiera se atreva a citarte a un Nobel (el médico, el panadero y el parado). Es algo que se deduce lógicamente del panorama expuesto.
Si el panadero se ve inmune para hablar de Economía…por qué no Belén Esteban, Sabina o Einstein. Estáis todos invitados. A opinar.
No deja de ser desolador tener que escuchar a [rellene un nombre] exclamar que hay que subir los salarios (por poner un ejemplo de este blog) pero claro, visto cómo está el patio, lógico que se atreva. Cómo se le va a culpar de los disparates económicos que vocifera, si seguro que encuentra a mil economistas que secunden su propuesta.
En este sentido, hubo uno magistral que ya hace casi un siglo decía a sus alumnos “pregunten sin miedo, no hay tontería que no haya sido dicha ya por los keynesianos”. Sin entrar hoy en quienes eran y son los keynesianos (aunque suenan a pueblo de Star Trek, ¿verdad?), adapto aquí esa frase para hacer un all-in:
Afirmad sin miedo, no hay tontería que no haya sido afirmada ya por un economista.
Los premios Nobel no se salvan de la quema, dado que al final la academia sueca sólo es una extensión de lo que acontece en el mundo académico. Un comité de un premio científico que se permite el lujo de premiar a economistas con posiciones antagónicas (incluso a la vez), debería hacérselo mirar.
Lo que en Física, Química, o Medicina serían escándalos mayúsculos, en Economía es el pan nuestro de cada día. Un asunto que a casi nadie le importa (lo importante aquí es el prestigio, ser una rockstar y deberte a tu público).
En definitiva, así es muy comprensible que cualquiera se atreva a citar a un profesor cuando le interese y de la manera más falaz posible. Poco importa si sabe lo que dice, o incluso si realmente el economista en cuestión dice lo él afirma. Citan interesadamente a Krugman, Stiglitz, o a Piketty, y creen ganar la discusión con un aura de intelectualidad.
Es el “magister dixit” por excelencia, tras el cual se esconde todo el desprestigio (merecido) de una ciencia. Pero Krugman no es un Hawking, ni Stiglitz es un Einstein. Y Piketty…seguro que es una encantadora persona.
Quizás tiene cierta justificación dejarse llevar por lo que dice Hawking en física cuántica, sin someterlo inmediatamente al rigor científico, pero en Economía esto es inadmisible. Los economistas son una comedia. De hecho, ¿conocen a alguno que haya rectificado o pedido perdón alguna vez? Un ejemplo patrio escandaloso es este, pero es que el que firma el artículo anterior tampoco se queda rezagado.
Normal que acaben gobernando personas como a Kichi, que siendo historiador (tuve que consultar qué dichosa carrera tenía) se cree capacitado para ser alcalde. O peor aún, por si creen que me olvidaba, ese mismo concejal socialista que aspira al puesto y que ninguna formación tiene…
…¿para qué?
“Kichi” tenía una carrera… by Manuel Fraga is licensed under a Creative Commons Attribution 4.0 International License.